miércoles, 28 de agosto de 2013

Pregorexia

Permanecer delgada durante el embarazo es la obsesión de cada vez más mujeres. Las españolas tampoco se libran de esta tendencia, que no debe de confundirse con la “pregorexia”, que afecta a las mujeres embarazadas anoréxicas… 

Victoria Beckham, Nicole Richie, Heidi Klum… No faltan ejemplos de famosas embarazadas que presumen de extrema delgadez durante el embarazo. A pesar de estar embarazadas, rozan la anorexia. No son más que el reflejo de la atención desmesurada que ciertas mujeres prestan a su peso a lo largo del embarazo.

 

Engordar durante el embarazo, atención a los mensajes de culpabilidad

No comer carne cruda, evitar el queso o la leche sin pasteurizar, lavar las verduras y hortalizas… las recomendaciones alimentarias durante el embarazo son varias. Los médicos tratan de informar y sensibilizar a los pacientes sobre la importancia de un aumento de peso moderado. 

 Aunque estas recomendaciones son necesarias e importantes, muchas madres tienden a sentirse culpables cuando ven que pierden la forma. “Siempre he seguido una dieta equilibrada y he estado delgada. Sin embargo, cuando estaba embarazada, el médico no dejaba de repetirme que no tenía que engordar demasiados kilos. Engordé 12 Kg. durante mi embarazo, lo cual estaba dentro de los límites; pero a pesar de eso, cada mes que iba a pesarme, el médico me hacía la misma advertencia. Hacía lo correcto, pero sus palabras me hacían sentir muy culpable… Hasta tal punto que temía que llegara la siguiente visita médica. Tenía miedo de discutirnos, de hacer las cosas mal; era muy estresante”, declara Caroline, una joven de Toulouse de 26 años.

 

Embarazo y conductas alimenticias

Según un estudio australiano, el 41% de las mujeres embarazadas que no sufre anorexia tiene problemas para controlar el peso y el 20% considera que es durante esa etapa de su vida cuando más se preocupa por su peso y alimentación. Más recientemente, se han realizado varios estudios sobre los trastornos alimenticios durante el embarazo, en los que han participado 250 mujeres de la planta de maternidad de un hospital parisino. Estos estudios han demostrado que las mujeres quieren controlar lo que comen para no engordar demasiado (puesto que después del parto es muy difícil desprenderse de esos kilos de más) y también para cubrir las necesidades nutricionales del bebé. Así pues, para muchas se trata de alcanzar el equilibrio entre sus propias necesidades y las del bebé, lo cual no puede diagnosticarse como patología. 

“El impacto del embarazo en la conducta alimenticia no es directo. Depende del estado de la madre antes de quedarse embarazada (peso, preocupación por la imagen, sentimiento de eficacia, antecedentes de trastornos de la conducta alimenticia o, simplemente, conductas de restricción). Aquellas mujeres que más se preocupan por su cuerpo antes del embarazo serán, probablemente, las más propensas a padecer esta enfermedad”, constata Claire Squire, psiquiatra y psicoanalista. En general, las mujeres más exigentes con su imagen corporal son las que peor llevan los cambios físicos que conlleva el embarazo.

 

Miedo de engordar durante el embarazo: atrévete a hablar de ello

Muchas mujeres piensan en su silueta cuando están embarazadas… ¡pero se sienten culpables por pensarlo! Por ese motivo, prefieren no hablar del tema y no expresan sus dudas, y mucho menos sus angustias. “Si sientes que el tema del peso te inquieta demasiado (te pesas más de una vez a la semana, alternas excesos alimenticios y dietas, engordas muy poco…), no dudes en comentarlo con tu entorno y consultar con un especialista”, aconseja Claire Squires.

El nutricionista, el psicoterapeuta, el sofrólogo… Estos profesionales pueden ayudar a las mujeres a aceptar las distintas transformaciones que sufre su cuerpo durante los nueve meses del embarazo. “Hablar del tema es fundamental, puesto que la obsesión relacionada con la delgadez puede acarrear una depresión durante o después del embarazo. Y eso puede afectar al bebé”, añade la psiquiatra.


 

Embarazo y anorexia, los peligros para el bebé

Una debe de empezar a preocuparse cuando el temor a engordar roza la obsesión y comporta una conducta anoréxica. Los anglosajones también han ideado un término para describir este fenómeno: la “pregorexia”, una contracción de “pregnant” (embarazada) y “anorexia”, aunque también han inventado otro término: “mommyrexia”. Cuidado porque privarse de comer puede perjudicar el crecimiento del bebé. “La anorexia es una enfermedad que, en general, comienza durante la adolescencia y provoca síntomas transitorios o incluso una enfermedad crónica.

Si no se pone remedio a estos trastornos, pueden ir a peor o reaparecer durante el embarazo, puesto que supone un aumento de peso”, precisa Claire Squires. El embarazo de una mujer que sufre anorexia conlleva varias consecuencias: que el bebé nazca con poco peso, un retraso en el desarrollo, hipotrofia, un perímetro craniano insuficiente y un riesgo de muerte perinatal multiplicado por seis.

Sin embargo, la psiquiatra relativiza la importancia de este fenómeno: “Las mujeres anoréxicas son muy conscientes de los riesgos que corre su bebé, y se sienten muy culpables por poner en peligro la salud del bebé. Por este motivo, se esfuerzan por comer lo suficiente durante el embarazo. En cualquier caso, necesitan la ayuda de equipos de psiquiatras y psicólogos”.


 

Encontrar el equilibrio

Todas las madres deberían de saber que lo mejor para ellas es hallar un equilibrio en vez de controlarse tan estrictamente el peso y, sobre todo, no pasarse de la raya. Se aconseja un aumento de peso de al menos 9 Kg., puesto que el peso del bebé junto con el de la placenta y el líquido amniótico corresponde a unos 7 Kg. más o menos.
Los aportes diarios recomendados son:

  • 2000 Kcal. en caso de una mujer con actividad media durante el primer trimestre (más o menos los mismos que antes del embarazo;
  • 2100 Kcal. durante el segundo trimestre;
  • Entre 2250 y 2500 Kcal. durante el tercer trimestre de embarazo.
Y, en caso de que tardes un poco en perder esos kilos del embarazo después del nacimiento del bebé, recuerda esta frase: “Nueve meses para hacer un bebé, nueve más para deshacerlo”. 

Via:  http://nutricion.doctissimo.es/trastornos-de-la-conducta-alimentaria/trastornos-alimentarios/pregorexia-embarazo.html

lunes, 26 de agosto de 2013

Dieta infantil: Dos claves para mejorarla

Vivimos en un ambiente que muchos expertos califican de "obesógenico", es decir, que incrementa las posibilidades de que los niños padezcan obesidad. 

Nuestro entorno dificulta la lactancia materna, facilita que nuestros hijos sean sedentarios, pone a su alcance máquinas expendedoras de comida que en realidad no es del todo "comida", abarata los alimentos calóricos e incluye una publicidad constante de alimentos insanos. 
También nacen como setas falsos gurús que promueven dietas milagro (que desorientan a la población y generan el llamado efecto yoyó. 

Pese a que hay más factores en la ecuación -la obesidad es un fenómeno complejo sobre el que influyen la genética, el entorno y otros aspectos biológicos-, uno de los más significativos es el que se produce en el hogar del menor, en los hábitos de la familia y en el ejemplo que ofrecemos los adultos. El presente texto aborda dos cuestiones clave para fomentar una dieta saludable desde casa.

Dieta infantil y salud: los padres son el modelo

Un estudio recién publicado en la prestigiosa revista científica International Journal of Obesity, y centrado en niños de 2 a 5 años, ha evaluado el efecto del ambiente del hogar sobre la cantidad de actividad física y la calidad de la dieta de los pequeños en edad preescolar. Sus dos conclusiones han sido las esperadas: 
  1. Los modelos de conducta de los padres pueden reducir el consumo de alimentos "basura" de los niños y evitar su sedentarismo. 
  2. Limitar el acceso a los alimentos insanos puede tanto aumentar la cantidad de alimentos saludables que consumen los menores, como disminuir su ingesta de comida "basura".
Estas constataciones se suman a las evidencias que apuntan que instaurar una "política" de salud en el hogar y predicar con el ejemplo son aspectos cruciales a la hora de promover unos buenos hábitos en los menores. A continuación se analiza de forma breve cada una de estas dos claves.

1. Política saludable en el hogar

Tanto una alimentación sana como el ejercicio físico son pilares que sostendrán la salud de los menores durante el resto de su vida y prevendrán que sufra obesidad y una larga lista de enfermedades crónicas. 
Es por ello que, dentro de las normas que los padres siguen a la hora de educar a los hijos, debe incluirse la implementación de una "política" saludable que contemple los siguientes aspectos: 
  • Limitar la cantidad de alimentos insanos que hay en casa. Existe un refrán que resume a la perfección este consejo: "Ojos que no ven, corazón que no siente". Si el niño no tiene a su alcance alimentos llenos de calorías pero faltos de nutrientes, nadie tendrá que prohibírselos. 
  • Fomentar un mayor número de comidas compartidas. Cada vez más investigaciones científicas confirman algo de sentido común: comer en familia mejora la calidad de la dieta del menor. Incluso existen estudios que indican que este hábito puede evitar comportamientos de riesgo en adolescentes.
  • Promover la actividad física y restringir el tiempo que los niños dedican a actividades sedentarias. La Academia Americana de Pediatría (AAP) aconseja limitar a menos de 2 horas diarias el tiempo que los pequeños dedican a ver televisión, jugar a videojuegos o a navegar por Internet (los menores de 2 años de edad no deberían ver la televisión).

2. Más ejemplo y menos sermones para unos hábitos saludables

Hay otro dicho popular que contiene una gran dosis de sabiduría: "Predicar con el ejemplo es el mejor argumento". 
Que los propios padres escojan unas buenas costumbres, tanto de alimentación como de actividad física, resulta decisivo para que los niños sigan el mismo camino. 

Por una parte, en un hogar en el que los padres se alimentan de forma equilibrada es muchísimo más probable que haya alimentos sanos al alcance del menor. 
Numerosos estudios señalan que cuando en el hogar hay más frutas y hortalizas, los pequeños consumen mayor cantidad de ellas. Y viceversa: si en casa hay más alimentos insanos (como bebidas azucaradas), la ingesta del menor es menos saludable. 

Por otra parte, si los padres evitan el sedentarismo, es muy poco frecuente que permitan que sus hijos pasen horas frente al televisor o jugando a videojuegos. 
Harán lo posible para motivar al niño a que mueva el esqueleto, ya sea mediante juegos, paseos, deportes o cualquier actividad que haga acelerar el corazón. 
Además, tendrán ropa deportiva adaptada a la edad del niño o conocerán espacios en los que se pueda mover con libertad.
 
Los investigadores responsables del estudio indicaron que los padres "son un modelo de rol para sus hijos" y que el ambiente en el hogar es "crítico" para prevenir la obesidad infantil. 

Por último, que los padres mejoren sus propios hábitos con el objetivo de promover la salud de sus hijos mejorará también su propia salud. 
Un círculo virtuoso que, como bien resume el cantautor (y médico) uruguayo Jorge Drexler, confirma que cuanto más damos, más recibimos. 


Via:  http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/infancia_y_adolescencia/2013/08/09/217542.php#