jueves, 11 de abril de 2013

Mensajes alimentarios que confunden

El interés de la industria por ofrecer productos saludables hace que, en ocasiones, las etiquetas y los envases respondan tan solo al marketing

Un paseo por cualquier tienda de alimentación permite encontrar mensajes que acompañan muchos envases y que a menudo resultan confusos para el consumidor. El interés de la industria por ofrecer productos lo más naturales y saludables posibles hace que, en ocasiones, se recurra a mensajes que no van más allá del marketing. ¿Qué hay de cierto en ciertas conservas que destacan su contenido en aceite de oliva? ¿Es relevante la cantidad de fruta que contienen algunos productos que se acompañan del mensaje "con trozos de fruta"? Conocer estas y otras cuestiones es importante para que la elección entre distintos productos semejantes sea más fácil y nos permita escoger aquellos que más se adecuen a las necesidades individuales sin sentirnos condicionados por la publicidad. El siguiente artículo presenta los cinco mensajes confusos más habituales en la alimentación.


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Los cinco mensajes confusos más habituales en los alimentos 

A continuación se describen algunos de los productos que forman parte de la alimentación cotidiana y en los que se han identificado mensajes que pueden resultar sugerentes e invitar a la compra, pero que no siempre responden a las expectativas.
  1. "Con pollo" (salchichas, hamburguesas...). El pollo y el pavo son dos de las carnes más magras, con menor porcentaje de grasa en su composición. Este aspecto nutricional es determinante en muchos casos para escoger productos de charcutería (salchichas, hamburguesas, carne picada...) con el pollo o el pavo como ingrediente principal. El resultado esperado es un derivado cárnico jugoso, gustoso, pero menos graso y calórico. Sin embargo, es fundamental leer la lista de ingredientes. La realidad es que muchos de estos productos cárnicos llevan como ingrediente principal la carne de cerdo y añaden pollo o pavo como un ingrediente más, pero no como elemento mayoritario, aunque en el etiquetado o en el envase se destaque. 
  2. "Con aceite de oliva". Muchos productos remarcan en su etiqueta el mensaje "con aceite de oliva" y, sin embargo, este tipo de aceite es un ingrediente secundario en la composición de dichos productos, pues la grasa principal es otra (por lo general, aceite de girasol). El "valor salud" que se le atribuye al aceite de oliva puede incitar al consumidor a escoger estos productos en lugar otros semejantes que no destacan ese valor. Se puede comprobar dicho "mensaje confuso" en múltiples y variados productos, como conservas (vegetales, de pescados, de legumbres), aperitivos tipo patatas fritas y similares, etc. 
  3.  "Con trozos de fruta". Algunos yogures destacan su aporte de fruta con frases del estilo: "contiene trozos de fruta". Tras leer la lista de ingredientes, la realidad nos dice que, si bien es cierto, la cantidad de fruta añadida es mínima: oscila entre el 2% y el 11%, lo que se traduce en los casos más abundantes en 14 gramos de fruta por 100 gramos de producto. Un fresón pesa unos 20 gramos, y 6 gramos un grano de uva. En conclusión: un yogur con trozos de fruta no sustituye a una ración diaria de fruta. Esta misma reflexión también se puede aplicar a otros productos distintos que se acompañan del mensaje "con zumo de fruta", como las bebidas lácteas con zumo de fruta, entre otros. 
  4.  "Rico en omega-3" o "fuente de omega-3". Algunas marcas de conservas de bonito, atún o latas de sardinas destacan estos mensajes en su etiquetado. Conviene saber que este tipo de ácidos grasos cardiosaludables están presentes de forma natural en todo tipo de pescados azules, incluidos los que se presentan en conserva. Por tanto, que el envase lo destaque en su etiqueta no debería ser la razón que determinara la elección del consumidor en su creencia de escoger, dentro de la gama, un producto más saludable. 
  5. "Con soja". A la soja -en concreto, a ciertos componentes, como las proteínas y las isoflavonas- se le reconocen efectos saludables y preventivos a nivel orgánico. El consumo de proteína de soja, en determinada cantidad (unos 25 gramos diarios), se revela como protector cardiovascular al asociarse con un menor riesgo de sufrir trastornos cardiacos "siempre que se acompañe de una dieta baja en grasas saturadas y colesterol". De las isoflavonas, numerosos estudios evidencian su papel en la reducción de malestares asociados a la menopausia (como los sofocos), y con una mejora de la estructura ósea. Ante la divulgación de tales conocimientos, cada vez son más numerosos los productos que incluyen soja entre sus ingredientes y lo destacan como valor añadido. No obstante, en ocasiones algunos mensajes llevan a confusión al consumidor, que elige tales productos con el convencimiento de que son elaborados 100% con soja o que tienen una cantidad elevada. Un caso llamativo es el de los yogures: hay marcas que contienen tan solo un 2% de soja. En esta cantidad, el aporte de proteína de soja o de isoflavonas es insustancial y nada relevante a nivel de salud como para que esa sea la razón para elegirlos entre otros. Serán por tanto los aspectos organolépticos (sabor, textura, cremosidad...) los que condicionen la elección y no tanto el supuesto "valor salud" que sugiere el mensaje destacado. 

Via: http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/alimentos_a_debate/2013/04/04/216361.php

martes, 2 de abril de 2013

Las siete reglas de oro para conseguir una vida saludable

No existe una fórmula secreta para vivir mejor y durante más tiempo, pero sí hay determinadas cosas que podemos hacer para evitar dos de las principales causas de muerte prematura: las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. La American Heart Association (AHA) acaba de lanzar una campaña que lleva por título Life´s Simple 7, con la que tratará de concienciar a la población estadounidense de la importancia de seguir siete hábitos sencillos que pueden hacer que el riesgo de contraer un cáncer o sufrir una enfermedad cardiovascular disminuyan a la mitad.

La campaña, que la asociación estrenó ayer a bombo y platillo, no termina en una bonita página web: está basada en uno de los estudios de mayor calado que se han realizado sobre la prevención de enfermedades cardiovasculares,  la incidencia del estilo de vida en estas y su relación con el cáncer. La doctora Laura Rasmussen-Torvik, autora de dicho estudio, que se había publicado con anterioridad en la revista científica de la asociación, Circulation, ha explicado en la presentación de la campaña que, por primera vez, sabemos con certeza que estos siete sencillos hábitos no sólo ayudan a prevenir las enfermedades cardiovasculares, sino que además tienen una importancia tremenda en la prevención de todos los tipos de cánceres. La doctora asegura que los siete consejos “pueden ayudar a los profesionales de la salud a proporcionar un mensaje claro y consistente sobre las cosas concretas que las personas pueden hacer para cuidar su salud y disminuir el riesgo general de contraer enfermedades crónicas”. 
 
Acciones como dejar de fumar o cambiar de dieta tienen efectos casi inmediatos sobre nuestra saludSi se cumplen seis o siete de los hábitos, muchos de ellos íntimamente relacionados, el riesgo de padecer un cáncer o una enfermedad cardiovascular se reduce en un 51% en comparación con aquellas personas que no cumplen ninguno de los hábitos. Aunque no se cumplan todas las reglas, sólo apostar por algunas de ellas tiene evidentes efectos: cumplir cuatro de las normas nos lleva a una reducción del riesgo de un 33%, y cumplir dos a un 21%.

Para Rasmussen-Torvik nunca es tarde para cambiar nuestros hábitos de vida, y seguir los siete consejos propuestos, pues hay un gran cuerpo de estudios científicos que evidencian que acciones como dejar de fumar o cambiar de dieta tienen efectos casi inmediatos sobre nuestra salud.

LOS SIETE ‘SENCILLOS’ CONSEJOS PARA UNA VIDA SALUDABLE

1. Muévete
Todo el mundo sabe que el ejercicio es bueno para la salud, pero hay demasiada gente que no lo practica. Según una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) realizada el año pasado, el 24% de los españoles no hace ningún tipo de actividad física: ni siquiera camina una hora a la semana.
Según el informe de la AHA, sólo 30 minutos de ejercicio moderado (basta una simple caminata), durante cinco días a la semana, reduce significativamente el riesgo de padecer diabetes, tener un infarto o sufrir un ictus. Los niños necesitan más ejercicio, al menos una hora todos los días. Según la asociación estadounidense hacer ejercicio no sólo influye a un nivel físico, además hace que se reduzca el estrés, nos da mayor energía e, incluso, hace que cambie nuestro estado de ánimo. 


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2. Controla tu colesterol
Controlar el nivel de colesterol es la única forma de asegurarnos de que nuestras arterias no van a bloquearse, lo que puede desembocar en un infarto o un ictus. Según la AHA, debemos empezar a preocuparnos si nuestro nivel de colesterol es superior a 200 mg/dl. Hay personas que deben tener especial cuidado, pues tienen un gen hereditario que les hace producir demasiado colesterol malo (LDL). Para ellas reducir el nivel del mismo es cuestión de vida o muerte.
El 75% del colesterol de nuestra sangre proviene de nuestro hígado y nuestras propias células, y el 25% restante de la comida. Mantener una dieta ad hoc –evitando las grasas saturadas y trans y potenciando los alimentos bajos en colesterol– es importante, pero no basta para reducir el colesterol, es necesario además hacer ejercicio y mantener un peso saludable.

3. Come mejor
El Global Burden of Disease Study, el mayor estudio sobre enfermedades, accidentes y esperanza de vida realizado hasta la fecha, mostraba que la dieta es el factor de riesgo que causa más muertes y discapacidades en el mundo desarrollado. El AHA insiste en la importancia de reducir en nuestra dieta las grasas no saludables, los alimentos con mucho colesterol, el sodio y los azúcares añadidos; y priorizar las comidas ricas en fibra y proteína magra, así como las frutas y las verduras.
Para lograr seguir una dieta saludable la AHA recomienda seguir las siguientes pautas:
  • Mantén un diario en el que apuntas lo que comes todos los días.
  • Come más vegetales y frutas.
  • Come alimentos integrales.
  • Come pescado al menos dos veces por semana.
  • Limita el consumo de grasas trans y saturadas, y los alimentos ricos en colesterol y azúcar.
  • Haz que tu dieta sea lo más variada posible siguiendo estas reglas (es más divertido y cansa menos).


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4. Controla tu presión arterial
Tener la tensión alta es el factor de riesgo más importante para la enfermedad cardiaca. La hipertensión hace que nuestra sangre fluya por las arterias con demasiada fuerza, lo que afecta a la totalidad de nuestros órganos vitales. Cuando la presión arterial se mantiene en niveles normales, se reduce el esfuerzo del corazón, las arterias, los riñones y, en general, es más difícil tener problemas cardiovasculares.
Una presión demasiado alta puede matarnos sin que nos demos cuenta. Se trata de un “asesino silencioso” que puede pillarnos desprevenidos si descuidamos nuestra tensión y que tarde o temprano afecta a casi todo el mundo si no se toman las medidas adecuadas.
Para mantener la tensión en un nivel adecuado –sin recurrir a medicamentos, que en algunas personas son en cualquier caso necesarios– hay que seguir una serie de consejos: mantener una dieta baja en sal, realizar ejercicio frecuente, evitar el sobrepeso, controlar el estrés, limitar el consumo de alcohol y dejar el tabaco.

5. Pierde peso
Todos los factores de riesgo están íntimamente relacionados, y si tenemos obesidad o sobrepeso, casi con total probabilidad, tendremos otros factores de riesgo. Estar más gordos de lo que deberíamos hace que tengamos un mayor riesgo de padecer hipertensión, problemas de colesterol y diabetes. La obesidad, no obstante, es también un factor de riesgo independiente, que hace que tengamos más papeletas de tener un problema cardiovascular, pese a que el resto de indicadores estén correctos (algo, de todas formas, improbable).
Según la AHA, si nuestro Índice de Masa Corporal es mayor de 25, deberíamos empezar a preocuparnos, pero si es mayor de 30 estamos expuestos a un riesgo significativo de padecer problemas cardiovasculares y deberíamos adelgazar cuanto antes.

6. Reduce el nivel de azúcar en sangre
Aunque la diabetes es una enfermedad tratable, y con la que se puede vivir, sólo el hecho de padecerla eleva en grado sumo las posibilidades de padecer un infarto o un ictus, la causa de muerte más habitual de aquellos que la sufren. La mejor manera de no ser diabético es prevenir la aparición de ésta controlando nuestro nivel de azúcar en sangre, sin esperar a llegar a viejos.
Tener un nivel saludable de azúcar en sangre (por debajo de 100 mg/dl de glucosa en ayunas), protege nuestros órganos vitales y hace que vivamos más y mejor. Para controlar el nivel de glucosa en sangre hay que seguir estos consejos:
  • Reducir el consumo de azúcares simples, presentes, sobre todo, en los refrescos y los dulces.
  • Hacer ejercicio regular, lo que afecta directamente a la respuesta de nuestro cuerpo a la insulina.
  • Tomar la medicación adecuada si entramos en la zona de riesgo.

7. Deja de fumar
La AHA es clara al respecto: si fumas poco importa que cumplas a rajatabla los otros seis pasos, dejar los cigarrillos debe ser una prioridad. El tabaco está relacionado, directamente, con un gran número de muertes prematuras y en nuestro país es el tercer factor de riesgo por orden de importancia. Los pulmones notarán que has dejado el tabaco tras la primera semana, y empezarán a sanarse en cuanto lo dejes.
Fumar daña el sistema circulatorio, aumenta el riesgo de padecer aneurismas y enfermedades coronarias y fomenta la aparición de coágulos en la sangre. Sus efectos son acumulativos y, sin contar el cáncer, puede llevarnos de cabeza a sufrir un infarto o un ictus. 

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